Tenes los
dientes desparejos y la voz andariega.
Timidez
ante mi desafuero
Con una
sonrisa niña, de esas que me encandilan, detenés mi inquietud en una mirada
profunda y curiosa.
Se avivan
mis deseos de respirar en tus pestañas, sentir que cambia tu sigilo con mi
proximidad.
Tengo ganas
de escucharte debajo de la vidriera, entre tibiezas de mate o entre copas
caídas invitadas a las risas.