sábado

Sensación


Quién dijo que se puede vivir sin errores
Si pensara en mis días previos podría encontrar las respuestas, justificaciones inocuas para evitar el desborde

El viento refresca el respiro pero no alcanza
La caja se vuelve enceguecedora y sólo me aborda el desapego
Extraño la tranquilidad mentirosa de un pueblo estancado
Conservando formas que transmutan los deseos

Por qué elijo esta sensación
Por qué no puedo evitarla
Con cuántas fuerzas intento tapar su presencia
No puedo

El cuerpo se hace estampa y ya no logro calmarlo
Tiro un grito frente al espejo rompiéndolo en mil partes
Astillas que desdibujan la figura, esa que no perturba tanto como su pesado caminar por las calles de la insolencia

Los tiempos se vuelven densos
Neblina pesada
Corro la cortina de bruma pero no logro pasar entre las partículas de humedad que la forman
Entre espesores transito la historia de mis dedos
Surco las penas y me revuelvo

Necesito la culpa
La mentira que me salva
Necesito el ardor que me detiene en el pasado
Temo no poder salir de él

Busco excusas para alejarme del ahora
Conecto con la oscuridad que subsume mi presente y lo encierra
Enjaulado se siente a salvo
Cual miedo enmudecido que boga por asomar sus alas

Vuelvo, vuelo
Me escapo
Escondo

Clausuro los ojos conformándome con mediocridades
Compro un pasaje al esperable y me siento a sentir como mis luchas se desvanecen.
Ya me convencieron de su inconmensurabilidad
Ya me despojaron de las banderas
Ya soy responsable de callar

Negocio y me ensucio
Acepto
Resigno
Salto la cuerda y caigo desparramada
Las astillas del reflejo son espejo de esos días en que el pueblo me diezmaba
Quiero un sol que me entristezca
Una luz que me apabulle
Quiero una cama que me duerma
Y cunas que pregunten

Las partes de mi ser se van uniendo con falsas dosis de cariño
No me alcanza
El sexo no me alcanza
Lo material no me alcanza
La vida no me alcanza

Corro demasiado rápido y no llegan a tocarme
Vuelvo, vuelo
Escapo
Me escondo



miércoles

Disimulando al corazón


Intento disimular mi corazón, que salió de reparaciones después de tanto tiempo acallado.
Hoy me reclama valiente

Ansiedades que sobran
encriptadas en el medio de una vertiente desordenada,
miedos que toman el bastón de mando para refugiarse en desiertos desolados
de una muerte anunciada.

Alzo la voz interior
me obligo a dudar.
Callo detenida cuando las palabras suspicaces viajan contra el viento feroz de esos temores y logro retenerlas en la punta de mi lengua.
Afloran sólo aquellas que me esconden perturbando los momentos.

Ruidos
Murmullo constante entre caminos alternativos
Filtraciones.
Siento el sonido constante de una gotera que cae del techo impertinente.
Marcando el pulso.

Una noche divagamos entre armonías que aseguraron el placer.
Escondiendo inútilmente sentimientos que se evidencian con mis besos.
Devengo cuidadora de tu cuerpo haciendo cuerpo, de tu mente que se encarcela.
Tal vez allí reside tu miedo.
El que mide, critica y solicita respuestas ante demandas inocuas.
El que me abraza con una sonrisa mientras desea mi cuerpo que con tu cercanía se vuelve arena cual mediodía de un enero.

No alcanza
Sin salida, aparecen las listas que me esconden
se me imponen.
El reverso de un amor desapegado que caló hondo en las barreras llenándolas con arcilla pesada, áspera y pegajosa.

Intento disimular mis miedos
Me verás más allá de las distancias que emergen de mis palabras algún día
No se si será oportuno o tarde, quizás mis engaños te distraigan tanto dejándome escapar a tiempo para que tarde ya no sea sorteable.

Esta vez, una más me aventuro.
Quizás no sea una más…

Desatenta



A veces no te piden permiso e irrumpen.
Personas que no encajan en tus preceptos, quienes si estás atenta ni mirás, porque los bardos te impiden despegarte de las paredes que salvan.

Sin más consentimiento que una invitación alcoholizada, una mañana vuelta llegada a una casa que no era la mía, compartimos libertades.

Por las dudas que el inconciente brotando por el vino apareciera, moví mis pestañas y pregunté con sorna tu nombre después de varias horas y demasiados besos.
Esos que nunca deben existir cuando la casualidad se vuelve sexo. 

Estoy perdiendo las mañas, pensé.
En retirada no pude disimular el desconcierto.
Me dejé ver demasiado y volviste.

Juego de cosificación que no funcionó, no me lo creíste.
Golpes bajos.

Te presentás con la seguridad del observador y con la pericia del que no practica sino que vive los vínculos como posibilidades.

Y acá estoy, debatiéndome entre esperas.
La que me incita a pensarnos como un juego real y la que me detiene convencida que desaparecerás pronto, con la justificación de mis inadaptadas ansiedades favorables a la soledad que sostiene punzantes arrebatos protegiendo mi vulnerable corazón acorazado.
Cobardías que aún no descubro en tu cantar tranquilo
pero seguro tendrás.