domingo

Otra vez, huyo.
No hay forma de nivelar la intensidad en mi.
Vértigo.
Me encuentro quieta frente al mar y las ideas de mi cabeza se mueven más que las olas en agosto.
Quisiera querer detenerlas, por momentos me dan pavura.
Al asecho de mí, recreo parejas pasadas y no paro hasta encontrar el paralelo.
Que fácil resultó esta empresa.
Se cayó el velo en tres frases.
Ahí estas ego maldito,
te imponés subrepticiamente y te abrazo para enojarme.

Noche frente al mar

La luz chocaba de frente, plateando su ennochecido mar.
Líneas blancas de espuma fría que simulaban libertad.
Cinco cuerpos escuchando suplicios en silencio
¿Dónde ser?
¿Cuándo la vida se volvió una imparable cadena de permisos?
Sobran edades en algunos, falta cuerpo en otros, hieren pasados en cada uno.
Al día siguiente hay que enfrentarse con el límite corrido y el peso del permiso se suma a la espalda componiendo un retrato fauvista.
¿Exagerado, innecesario?
Clara la negativa como respuesta.
Se necesita mucho tóxico cuando la desnudez del alma camina a diario, cuando el reflejo de los ojos entiende demasiado.