Otra vez, huyo.
No hay forma de nivelar la intensidad en mi.
Vértigo.
Me encuentro quieta frente al mar y las ideas de mi cabeza se mueven más que las olas en agosto.
Quisiera querer detenerlas, por momentos me dan pavura.
Al asecho de mí, recreo parejas pasadas y no paro hasta encontrar el paralelo.
Que fácil resultó esta empresa.
Se cayó el velo en tres frases.
Ahí estas ego maldito,
te imponés subrepticiamente y te abrazo para enojarme.
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