martes

Ayudar a ser,
acompañar el crecer.
Será que tiene la cuenta pendiente,
que su historia la perturba y necesita pensar que alguno estará mejor con sus brazos, con sus palabras, con sus miradas.
La piedra acuñada en su nuca le recuerda que alguien aún la necesita.
Afirma entenderlos, no porque haya vivido sus experiencias, sólo porque consigue su confianza.
Conecta.
Descansan su batallar contra el mundo insignificante y atormentador.
Eso sí lo comparte.
La tormenta y el escaso sentido.
La niña que la habita quisiera encontrar dónde descansar sus batallas.
Empapada, camina cansada.
Prefiere ir a pie, así el barrilete lo remonta ella, lo baja ella, lo guarda.
Ella.
Donde cae genera charcos, se deja ser ahí.
Una parte se queda y adquiere otra. Con mas fuerzas, con mas profundidades.
Ahora es como uno de esos acolchados hechos de mil parches, la mirada reflejada en ellos le regala las fuerzas para cargar con sus banderas que se encausan cuando aparece para darles la palabra, cobijarlos, devanarse los sesos por un certero lugar,
donde ser sin miedos, para crecer con vuelo.


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