viernes

La naturaleza del volcán

Ganas de vivir, dónde se me escondieron? 
Dando vueltas profundizo el espiral de sensaciones altruistas que me alientan a quedar en una zona vacía donde ser para otros. 
Por qué regalo mis colores?
Qué me atrapa al gris? 
Legado de vidas que me he impuesto
Sequía que se entromete.
Ya no advierto futuros
El relieve de mi imagen no logra revocarse, veinte albañiles picando obstruyen las salidas pero no llegan a deshacer la corteza.
Es no que entienden! no se rompe a los golpes la cáscara!
Lo dije demasiadas veces…
Pero no se hablar, a ver si así lo entienden 
¡la autodestrucción copia a la naturaleza del volcán!
Adentro la lava hierve, descompone, confunde. 
Corroe.
Abonaré la tierra siendo gris. 
Cuando fui génesis de naranjas iluminados que se mezclan con rojos y detalles amarillos que otorgaban más luz, todos hoy convertidos en pardo humo.
Ceniza de mí la que verán.
Ausente de color ya no quedan ni pocas vidas
Y el valor de vivirlas, quién me lo regala?
Ya en mi lava se ha perdido no puedo encontrarlo. 
Qué sonrisa me devolverá a la vida?
Que mirada me reflejará viva en este dibujo que solo veo daltónica y porfiada

martes

Se aventura

Alba era religiosa, ortodoxa en su credo. 
En él encontraba una respuesta a casi todo y lo que no encajaba lo disimulaba tras el vértigo.
Cada día le rezaba, le temía y alimentaba devotamente a su dios. 
Dios con el tiempo se fue volviendo más y más exigente. La creyente aún con torpeza intentaba seguir los lineamientos, la mantenían a salvo. 
Estaba persuadida que si moría, sus pecad
os serían perdonados por su impaciente necesidad de compadecer ante los preceptos de su culto.
Alba no era tonta, simulaba para poder desandar e ir sin carga por el delineado camino entre espejos rotos. Ahí reside la contrariedad. Lo inculto, oculto en la zaga de palabras rimbombantes. Algún día se iba a quitar la venda.
Ortodoxa aún asumía un grave problema en su fe. Las liturgias de la misa contemplaban la solemnidad de los discursos y se mezclaban con un dictamen analítico.
Su fe, como ninguna otra, admitía el pensamiento crítico. Fue ese su mayor error.
Las religiones no se critican, se sienten.
Ella ya no sentía. Criticaba, pensaba, analizaba. El sentimiento la había abandonado.
La necedad se alborotaba en su alcoba impidiéndole culminar el ritual del misticismo.
Se hizo prisionera, pero no consiguió reconocimientos por ello. Le habían dicho que la clausura era un espacio donde las devotas pueden refugiarse cuando más lo necesitan. Ese lugar no le estaba habilitado, sus luces no se lograban cubrir fácilmente.
Tenían miedo que pudriera a las demás manzanas con su cercanía. Le vedaron el convento.
Se hizo hereje entonces, pero no la desterraban ni la masacraban en la plaza del pueblo. La ignoraban. Cualquier acción pública lograría generar adeptos y ese no era el plan. Alba debía convencerse y partir, sin mediar presiones ya que las advertiría.
Todo a escondidas, todo en penumbras a la luz del día. Si quería irse debería hacerse cargo sola de la apostasía.
Elegía quedarse, pues al menos gozaba de una fe, una creencia. Su ateísmo allí se detenía, tal vez ya podía manifestarse agnóstica sin embargo poseía un dios. O un dios la poseía.
Un día una piedra la despertó, le ajó la sien. Devastó a su dios que andaba distraído y perdió el partido con su tan temerario competidor.
Se volvió triste, se perdió entre discrepancias.
Ni dios, ni patrón, ni marido gritó desgarradoramente.
Su ortodoxia cambió de eje.
Ni dios ni patrón ni marido, escuchó fuerte un rezar.
Repitió y al intentar recrear la plegaria ya las palabras sonaban nuevas, no eran repetición sino creación genuina.
Al andar Alba confirmó, ni él como dios, ni él como patrón, ni él como marido.
Al amanecer Alba se sintió libre, sol profundo que recordaba su nombre regó su piel de colores. Madrugadas embebidas de placeres reprimidos comenzaron a echar raíces, tardes, noches, mates.
Caminó de la mano, alzó la voz. Embanderó su lucha.
Alba dogmática, aún leal a su dios, se detuvo.
Atinó deleitada a levantar la mirada.
Vio su piélago amplio de horizontes inabarcables. Dejó su miedo, tomó su ser.
Acertó su rezo, compartió en lágrimas tendidas sus anarquías.
No entiendo, yo te amaba! - clamó
No entiendo, yo defendía nuestro credo!
No entiendo, yo no sigo. Aquí me quedo!
La vi erigir sus rumbos, la vi feliz entre opacidades.
Su cuerpo cansado a veces le reclama, pero entre arcoíris le regala sosiegos.
Alba disfruta, toma la palabra. No es casualidad. Es deseo, es acción pero sobre todo, Alba se aventura.

Frenar

La idea reaparece
Intentan inducir con teorías mis tibiezas
Por momentos, se enfrían 

¡No es a vos, es el simbolismo de la muerte! 
Argumentan 
La distancia, frenar antes de pasar al acto. 
Me convencen
Peco de cobardía. 
Quizás soy más cobarde de lo que me creo, tal vez soy menos de lo que me pienso.

Hoy me salvo pensando las formas del momento, me dan placer estas salidas
Me encuentro en esos escapes.
Sin embargo no logro desanimare, sacarme las ánimas que me habitan para que no aparezcan ni unos ni otros.
Ni los que esperan, ni los que empujan en la cornisa.

Deseo
Ya no sé qué deseo

Arde de dolor

Reboto entre paredes húmedas, pegajosas.
Verdes casi marrones, con intrépidos animalejos que se entremezclan con el moho.
Los huelo enviciada. 
Me dan asco, pero son mis animalejos.
Fantasmas? No, realidades en sueños despierta.
Reboto y en cada golpe mi cuero se vuelve más débil, el calor del rozamiento empezó a quemar la ulcerada piel.
Arde el dolor y se vuelve conocido.
Los animalejos entran po
r mis ojos.
Toman la lengua a latigazos.
Despotizan mi respirar cansado.
Bebo sin freno para sacar el hedor de sus asentamientos, han creado una aleda en cada sector de mi cuerpo.
No logro barrerlos, quitarlos, matarlos.
Me habitan, me pudren mientras procrean y se multiplican en la tibia sangre de mi cuerpo que por momentos,
arde de dolor

Principejo



De lunes a viernes mira al cielo esperando ver pasar una paloma, esas que en Buenos Aires abundan por doquier.
Escondiéndose porque en verdad quiere ver a su Paloma.
Busca excusas para llamarla pero no le hacen falta.
Su Paloma activa sola, ella hace todo sola. Construye y destruye historias a su velocidad, vuela rápido. Más que otras.
Es aquello que él ideó alguna vez como perfecto pero llegar a ver el sueño cumplido le da terror a los que carecen de coraje.
Al llegar el sábado él tiene que encontrarse con la coartada escapatoria que lo salva de ver su vida como la planeó, el sábado salvador donde expía sus culpas y se envuelve en una relación inocua.
Con otra.
El trabajo de sábados, domingos y feriados es manso. No es la montaña rusa por dónde transita la semana.
Paloma tiene un ala rota y cree que no merece algo mejor que su principejo perverso.
El dolor del ala la ha dañado tanto que volvió perversa cualquier idea de pareja.
¿Cómo va a tener pareja si sus alas no lo son?
Es lindo verla volar aunque a veces hasta me da miedo.
Tan sola, Paloma. Tan lejos.
Por lo general uno ve a un pajarito de estos y piensa que es igual a los otros.
Sin embargo, no sé cómo se las ingeniaron ratas de ciudad aladas para ser el ícono de la libertad. Debe ser por algo.  
Viendo hoy a Paloma generar estrategias imparables para conseguir su propósito pienso que conquistó ese nombre. Ella es libre hasta del suelo, de la historia, del género.
Hoy no es domingo, no es feriado, no es sábado.
Pero él no la atiende.
¿Habrá mirado el cielo?  
Él tiene un trabajo de sábados, domingo y feriados.
Así la llama a la Otra. Trabajo.
Desde mi mirada feminista es inaceptable una persona que llame a otra “trabajo” pero a Paloma le importan tres zanahorias mis miradas.
Ella confía en que la dejará.
Principejo tiene la dosis justa de maldad que imanta todo el espectro a su alrededor.
Algunas al darse cuenta de ello saldrían corriendo, pero la valiente paloma desata vientos de conquista, es una guerra contra ella misma.

Empieza el fin de semana, Paloma sabe lo que significa eso. Su amor constante se verá atrapado por la realidad que descaradamente le tiró en la cara. No miente, es abiertamente león (diría en otro escrito) y eso también detiene a Paloma a su lado perdiendo el tiempo, pero lo elige.
¿Por miedo?
No lo sé, sostengo el interrogante.