domingo

En la escuela de los árboles morados, una puerta abierta se movía. 
Saltos y abrazos entre miradas que se escondían. 
Maestras de las buenas y aquellas que no creerías
Prendidas de sus celulares están las que no respetarías. 

Los niños que no quieren, quedan solos en su osadía
Qué será de sus quejas cuando su ausencia las bendiga. 
Tristes callos en sus dedos, crecerán por cobardía
Qué docente es aquella que no mira sino discrimina

Mirarlos en sus destellos, niños ricos de picardía
Mirarlos en sus reclamos, niño pobres de compañía.
Acompañarlos es difícil, mas mis ganas que lo ansían
Vienen a interpelarme en sus deseos de cofradía.

Quien soy yo para abrazarlos, en un presente de pocos días
Quien soy yo para ayudarlos, si mi ayuda no alcanzaría
Hay días en que se alejan, gritando y reprochando,
Tal vez ésta pueda ser su plegaria si es que puedo interpretarlos:

“No me miren en mis violencias, mírenme en mis reclamos!
Soy un niño vulnerado, precoz mi vida me ha enseñado
Que si no peleo con los puños nadie nunca me ha mirado
Precoz mi vida me ha enseñado que si no puedo, no me han respetado
Tal vez mis sueños no los vea porque reconocerlos ya me hace daño
Tal vez mi vida sea buena y me acomode con los años
Pero temo, ya lo saben
Aunque nunca he de admitirlo
Temo por mí, por mis hermanos y por mi suelo embarrado
Temo por mis ojos que no entienden el descaro
de esas maestras que me niegan
el lugar de educando.
Ya aprendí lo que se espera que de mí haga entre tanto
Muecas, burlas y patadas he tendido a mi amparo
Ya lo se, nadie espera
que de mi salga un abrazo.”

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