Podría decir que
casi todo está pensado, hecho y comercializado para los no-solos. Que son
no-solos porque en su diversidad los reúne esa simple característica que los
aleja de la temida y deseada, sorda y callada soledad. Cuántas cosas no me
permito hacer por esta amiga fiel que hace un par de rutas me acompaña. En la
ciudad perdura la imaginación que me esconde. Pienso que puedo algunas verdades
enmascarar, es la ciudad que permite estar sin ser. Paso sola porque voy a un
lugar destinado a la reunión, Almuerzo sola porque intercalo entre juego y
deber mis tiempos de necesidad. Pero sobre todo, camino sola porque elijo ese
momento con mi amiga soledad.
Sin embargo, hoy me quedo con hambre y no es porque me esté
impedido llenar mi cuerpo de porquerías sino porque aunque quiero disfrutar de
un rico y placentero momento me quedo con la marca de no pertenecer al grupo de
los no-solos y el que no pertenece, como ya sabemos, lleva consigo la marca que
lo nombra. La mirada ajena me enmarca en un sitio donde no es posible respirar.
Muchas veces he cenado sola en público pero hoy, en este lugar, no puedo. Por
qué será que cuando más conozco el espacio menos puedo soportar la marca. Estoy
sola y no logro sentarme en una mesa y pedir algo para comer. El lugar de los
no-solos me ha limitado las ganas.
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