viernes

Entre objetos


Antes, idiota pensaba que los usaba como objetos.
Los trataba así sólo para poner sobre sus cuerpos el aislante perfecto.
Luego descubrí que la única que se ponía al servicio de su placer era quien les grita esta noche.
De mí, nada.
Del placer propio, sólo ver cómo se estremecían con los tres o cuatro movimientos necesarios para cualquier temblor de primer encuentro.
De dos, nada.
Arquitectura y estrategia.
Ahora busco el par, aquellos que son sólo cuerpo no me bastan. Quiero dejar de ser cuerpo, transpirar en un encuentro entregada.
Dejar que buceen en las huellas, que reclamen la mirada.
El desayuno.
Antes dejaba mi ser fuera de la cama.
Alguien habrá disfrutado, no yo.
Dispuesta a sus reclamos, esos que creía entender, anulé las posibilidades. Decliné en relaciones infructuosas.
Y si me preguntan, qué de mí ahí? Nada o quizás todo.
Que es lo mismo, porque no hay luz sino encandilamiento.
No me veas, mirá mi cuerpo!  
No me veas, gritá mis manos!
Una vez, intentando acceder al encuentro cuando ya estabas en mis labios me desconociste.
De dónde salió este pedido, me preguntaste. De dónde esta necesidad.
Respondí que de mí, completa y perforada. De mí no todo, ni nada.
De mi con vos, pero es allí donde no había nada.
No aprendí de eso y continué entre objetos.
Busque otros, otras. Siempre igual, la nada y el todo encegueciendo.
Ya no basta, ya me desnudo con la mirada, en el primer beso.
A veces, me tiento. Es una adicción ponerme como objeto, ponerte en ese lugar también.
Pero espero no elegirla, frenar antes. No chocar en el medio de una avenida transitada por las manos y las lenguas con tu pregunta desconcertada.
Invitarte porque nada malo hay en mí que no puedas tocar.
Pero ha pasado el tiempo, no puedo ya.
Nadie me busca porque soy, me reclaman objeto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario