lunes

Alejándose

Alejandra se aleja porque no puede mirar los ojos de sus propias armaduras
Toma un tren, vuelve a contemplarse con 20 años en una placa de metal vuelta espejo. 
Quizás tenga algunos más, pero en ese plan no ha aprendido de la experiencia 

Alejandra nunca tuvo esas gomas que borran bien o tal vez es como le repetían a los gritos, sus marcas no se borran nunca del todo porque aprieta demasiado al escribir. 
Escribe hundiendo el lápiz en la hoja apasionadamente, como vive. Aún sabiendo que si se equivoca quedará la evidencia del acto erróneo, elige seguir así. 
Escribiendo profundamente, como vive.

Alejandra tiene una parte redonda y de ricota. Como es suspicaz en lo literario se pasó a lo literal y en su cuerpo "lleva tatuada la marca de los aguijones" o mejor dicho los que le hizo aquella que ve en el espejo. 
Pero no aprende.
No puede escribir despacito.
No puede elegir frenarse antes de tomar ese tren. 

Ahora se le anuda la garganta y solo salen puteadas de su boca. 
Repasa en fotos que toma con sus ojos, sensaciones que registra con sus manos y otros sentidos las causas que la convencen.
Sus tatuajes tienen razón. Su tiempo en Babilonia no fue sólo una etapa. 
Hoy Alejandra estaba por tomar el tren y le sonó el teléfono, no quiso hacerle frente a Mariana, continuó su camino pisando, entre huellas ya surcadas, las basuras de su vuelta.  


Alejandra sabe que no debe, pero esta noche regresa y para zafar recurrirá a sus dotes que la acompañan desde niña 
Pinta sus ojos, acorta la pollera. 
Pide una cerveza en un bar lleno de moscas. 
Alejandra allí resalta, allí transgrede. 
Alejandra allí es violenta con ser vacía. 


Si fuera ella misma en ese hueco no alcanzarían los índices para señalarla. 
Sin embargo, no puede.


Ahora, aquí, Alejandra se aleja. 

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