miércoles

Realidades y deseos

Apareció un día en mi vida, no recuerdo hoy cómo. Estoy haciendo el esfuerzo, pero no lo encuentro en mi remolino de pensamientos.
Mi cabeza enredada que al parecer tanto le atrae a Gonzalo.
Revuelvo, revuelvo pero no aparece el día. En otras líneas he reflejado mi poco interés por las inauguraciones de las relaciones así que dejaré ésta como una mas y comenzaré pensando que fue una charla entre muchas en la que pasamos a conversar conquistándonos sólo con ser nosotros mismos.

Gonzalo tenía problemas, él siempre con problemas. Yo tenía los míos, que aunque cambien de nombre, lugar y género también rondan por mis calles subalternas complicándolo todo.
A decir verdad todos tenemos problemas, pero Gonzalo además tenía realidades.
Sus realidades elegidas contaban con nombre y apellido, su apellido. Y los nombres tan pequeños que respiraban hace poco este humo pesado que compartimos los que vivimos en el conurbano, claramente le convertían la vida en un poco mas linda todos los días.
Sin embargo, los deseos de Gonzalo se veían entorpecidos por algunas de sus realidades y yo era una de sus torpezas.

Gonzalo y yo compartimos tantas horas de juego, miles de letras se juntaban armónicamente para conformar las frases mas punzantes, mas rebuscadas, mas sinceras que podíamos.
Otros juegos consistían en tocar virtualmente la puerta del lugar donde estaba el otro y tener una cita, sin vernos, sin rozarnos, sosteniendo nuestro vínculo en las letras.
Recuerdo como fuimos dejando de escuchar ese sonido que nos hacía encontrarnos en una charla desprovista de tiempo, llena de espacios imaginarios.

Recuerdo también una noche en la que llegué sorpresivamente. Lo vi, con su campera negra con tres rayitas y me quedé sin palabras por cuatro segundos. Eso es mas de lo que puedo mantener dentro de mi boca las palabras usualmente. Pero con Gonzalo las cosas son diferentes, con él las palabras era lo que sobraba, un rollo de papel higiénico hubiéramos llenado de palabras pero lo que teníamos pendiente eran las miradas, los respiros, la mano en la espalda que al saludar dictamina que el Otro está ahí y que no es uno más.

Después de un tiempo donde se habían secado las palabras, los sonidos y las miradas hacía demasiado no registraban la presencia del otro, nos cruzamos en un lugar lleno de gente. Soportamos las inclemencias de los demás que nos reclamaban, pero no podíamos dejar nuestra burbuja. No había nada mas que palabras pero ahora tenían voz y mirada. No podía dejarlas desfilar inocuas por el ruido del lugar. Sostuve mis impulsos.
Nunca habíamos rozado nuestras pieles, nunca lo hicimos.

El beso fue despedida, palabras envueltas en saliva sólo eran sello de una noche entre paréntesis que no llegó a llenar ni el prólogo de la que planificamos para encontrarnos.
Una noche, un vino tinto, mis escritos y sus canciones.
Las palabras vueltas voz. Las emociones, miradas. Los respiros, silencios compartidos.

lunes

El último impulso

Esa tarde
reuniré mis vidas y las haré cuerpo
ya no andarán perdidas ni inconclusas,
dejarán de ser herida que no cicatriza.

Marca penetrante de la insatisfacción perfecta.

El instante cuando confluyan materializadas
se ahogarán en reclamos,
respirarán su soledad compartida que las asfixia
en el cuerpo que ahora las cobija.

Caminaré con las olas golpeando mi pecho
aún firme por no haber sido alimento indispensable.
Pisaré errante la arena
obligándome a dudar por el miedo.

Confiaré en una de mis vidas
me tomará la garganta anudándola,
como para recordarme cuerpo
sometido a la angustia de la vuelta.

Usaré mi último impulso de vida para nadar torpemente hacia el fin sintiéndome libre,
sabiéndome control.
Certeza de anular dolores y contradicciones entre ellas.
Esa tarde,
el cuerpo les dará asilo final
en el mar frío de abril que las calmará
con un arrullo de paz.

miércoles

Foraneidades

Extraña,
extraño en parte mi seguridad en el lugar que alguna vez elegí para concretar mis sueños, desear mis años, construir mi aldea.
Ese lugar bello y tranquilo que simmula transparencia cuando suda cobardía y prejuicios.

Volver me regala cierta paz, aquella que me trajo ese mes tan frío
tantos caminos transito al irme casi exiliada de un lugar al que nunca pertenecí
Quise hacerlo hasta que abrí lo ojos y no pude mas que correr en dirección contraria a mi detención, hacia la salida decorada por un boulevard presuntuoso.
En el camino de huída recuerdo como sinuosa la recta mas lisa.

En parte extraño.
Ahí es cuando me siento extraña.
Foránea en ámbos lugares, foránea en mi casa y en la suya.
Foránea sin la nuestra.

Soy nada con él y eso es a lo que quisiera volver.
Ser otra, la que ahora me reclama.
Intento seguir siendo ambas, tal vez soy mas que dos.
Tres, cinco. No lo se.
Muchas y yo. Muchas yo.
Aquí la distancia.
Aquí el cansancio.
Aquí el miedo.
Aquí el desenfreno no tiene límite porque no existe.
Allí aparece el arte, aquí se vuelve simple movimiento espástico.
Allí aparece la independencia, aquí la soledad,
alli las luces, aquí la tierra.
Aquí la calma, allí la dependencia.

lunes

Una vida junto al mar

Lo veo solo. Acompañado por mil voces.


Lo veo solo.


Eligiendo sostener su caminar sobre la arena que lo vió crecer a él y a muchos quienes con el devenir del tiempo eligieron otras rutas aún sabiendo que aquí encontrarán su nunca-jamás.

Tato un día se quedó un día mas en su pueblo que amanece con olor a mar.
Se quiso probar a sí mismo que Marzo tenía una magia especial,
que sólo podía descubrirse aumentando su mirar perdido en las olas.
Siempre acompañado por el humo de su amigo más fiel.

Tato volvío a la rutina pero nunca dejó su paz marina.

A los pocos meses el sol aumentabla su presencia en los días dictaminando la llegada de la excusa que lo acercaría a su lugar de arrullo.
Verano.

Tato un día se quedó un día más.
Abril y Mayo pasaron volando marcando en su piel el destino buscado.
Volvío pero ya no pudo quedarse.
Su mirada se enturbiaba caprichosa exigiéndole ver diariamente al mar.

Ese que combina con sus ojos. Ese que los toma cautivos por inmensidad de momentos.

Esta vez el verano comenzó en primavera y logró ver el relucir natural del verde en colores.
Destellos de luz en atardeceres solitarios
como los que Tato busca, como los que necesita para soportar a la sociedad.

Ajeno.
Ese calificativo lo describe en su transitar cotidiano.

Inútilmente intento esquivar su persencia.
Tato tiene esa característica que me obliga a trabajar, esa emergencia que invade las venas y me detiene.
Analizo, convocada.

Tato un día se quedó un día más
quiso saber cuánto se enoja el mar en Julio.
Previno Junio y sostuvo entre pinceles Agosto.

Tato un año se quedó un año más y fueron tres y cuatro.
Veía pasar invasivos visitantes.
Algunos añoraba, otros con su presencia oportuna en los días previstos le recordaban las razones de su elección, las causas de su soledad ajena.

Un día llegué a su lugar que también es un poco mío y lo ví.
Creo que como nunca antes lo entendí.
Tanto como a mi sensación eterna al toparme con su alienación enmascarada.
Soledad enajenada.
Coincidencia con mis rumbos perdidos por caminos de los que sólo llevan a Godot.

Ese día lo vi, cercano a su cigarro.
Sin mas ropajes que su humo.
Allí, ese día no volví a sentirme convocada
comprendí que mi trabajo estaba hecho.

Tato una vida, se quedó una vida
junto al mar.

Mi avance

Buenos Aires me encuentra peligrosa,
allí cruzo convocada
en el rumbo bohémico seductor.
¿Qué será de mi sin ella?
Cuántas vidas se forjan en calles de ilimitadas historias
anhelos de libertad.

Almagro me encadena al Ser
negro profundo interior con matizados colores
destellos y reflejos que lo decoran,
lo vuelven real.
Pintan artistas, lo forman mis manos.

Buenos Aires respira mi avance
teme el retoceso del sentir cansado.
Abro la ventana del pasado, vuelven las caras, la humedad en los ojos,
la tibia y liviana potestad de las manos.
La protesta a gritos inocuos, porque ya no tiene cause, porque no tienen destino, porque no sonoídos.

Buenos Aires me vuelve color y taciturna.
día de acción, noche de búsqueda.
Detenerme aliena al miedo,
alienta el correr desaforada hacia una libertad solitaria.
Sola, entre voces internas, profundizo mis negruras.
Sola, en la convocatoria de las palabras, miradas, acciones, silencios ajenos, diversifico los colores.

Se asoma un lila.