miércoles

Casi sin prevenirlo, reapareciste en los días que me restan.
Con la fuerza del que calla, la potencia del silenciado, como un espasmo que de pronto se presenta, cínico.
Tu recuerdo se reactualiza, siendo ya no pasado sino temor.
Modos de enfrentarme al diario con la pesada forma del dolor, sin cesar.
Licencias que no quiero tomarme, pastillas que me atontan.
Más de lo usual.
Incluso conociéndote me sorprendo.
Absurda huella renga.
La espalda se llena de aire, el piso me desconoce sin el mismo peso al tambalear  ya no me recordaba tan lenta.
Reposo, descanso impuesto por este maldito dictador que me detiene viejamente.
No es nuevo, no es más que el mayor miedo que me golpea la puerta.
Tengo que asumir que en parte te extrañaba, ellos también lo hacían.
Me vuelvo niña, demanda.
Me vuelvo tensa, triste.
Incertidumbre.
Los deseos se pierden sin consuelo por estas calles de la espera.
A quién, para qué, con qué fines…

Ya no.

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