miércoles

Un adoquín en el cuerpo

Brota la sal en los ojos.
Se siente espeso el aire en la garganta cuando no hay palabras que encuentren oídos que las reciban.
El sólido silencio cobra deudas cerrando puertas.
Un adoquín en el cuerpo recuerda la falla, la incompletud.
Un festín para el psicoanálisis mi cuerpo.
Soy el ejemplo de la ansiedad que trae como consecuencia lo incompleto. Mi madre no sostuvo en su cuerpo por el tiempo necesario mi cuerpo, o yo me impuse pequeña por independizarme de él sin tener en cuenta las consecuencias.
No lo sé, ambas cosas seguramente.
Al nacer mi cuerpo no terminó de cerrarse, pero nadie lo noto.
La fuerza de la pequeña opacaba hasta a los médicos, por tan poca gestación era enorme pero no lo parecía.
Por mi peso era mínima pero no lo parecía.
Luego la vida siguió.
No quise la teta, la leche nunca me gusto.
La dependencia al cuerpo del otro como alimento físico y emocional no era lo mío.
¿Ni teta ni leche? Psicoanálisis festejando.
El cuerpo oculto tras la pizpireta y berrinchosa niña a veces hablaba, zapatillas ortopédicas a los 5, disfunción cardiaca a los 6, anteojos a los 9, plantillas a los 12.
Pero nada detenía el malón de auto y hétero exigencias.
¿Auto y hetero? El psicoanálisis saborea.
A los 14 empieza a caerse la casa, desde el exterior rompen los vidrios de las ventanas, golpean las puertas.
La bailarina no podía caminar, llora su maestra de danza.
-        "No se ven bailarinas como vos todos los días, bailas con la mirada, atrapas" y la contenia.
Médicos.
Médicos traumatólogos y kinesiólogos, deportólogos, cirujanos, chinos, cremas, infiltraciones, operaciones, psiquiatras. Eran como para juntar cial piezas d domino, ponerlos en filita y hacerlos caer, así hubieran servido de algo.
Después de 5 años encontré la causa. El nacimiento anticipado hizo que no se terminara de formar la cadera y mi amor por la danza hizo que mi cuerpo fuerte lo ocultara hasta la adolescencia.
No sería el único despertar de mi cuerpo acallado.
A los 26, empezó a cantar el corazón en alemán. Nunca quise aprender idiomas y el guacho canta en alemán.
¡No lo escucho, que se calle!
¡Que aprenda mi idioma!
Cantaba cada vez más fuerte y un día me gritó.
-        Escuchame idiota, estoy herido.
-        No, estas herido simbólicamente no seas histérico y callate.
-        Estoy herido por tu impaciencia y si, en lo emocional no me ayudaste nada pero bastante te soporte. Ahora dame bola.
-        No! Callate, ahora necesito que te calles.
-        Ok, te espero pero voy a seguir cantando bajito para que no te olvides de mí. Mira q necesito que me cuides, no me ignores.
-        Siempre te ignoré y seguís funcionando, no me amenaces.

Un mes de frío canto fortísimo y otra vez los médicos, los diagnósticos contradictorios, las decisiones, los frenos. ¿Intervención? ¿Operación? ¿Camilla? ¿Terapia? ¿Silla de ruedas?

Yo me voy de acá, ya lo lograste corazón agujereado sos la canción de chiquititas y te manosearon con varios estímulos. Despierta relataba tus sensaciones, ese día si hablaste en mi idioma pequeñín

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