Otra vez, huyo.
No hay forma de nivelar la intensidad en mi.
Vértigo.
Me encuentro quieta frente al mar y las ideas de mi cabeza se mueven más que las olas en agosto.
Quisiera querer detenerlas, por momentos me dan pavura.
Al asecho de mí, recreo parejas pasadas y no paro hasta encontrar el paralelo.
Que fácil resultó esta empresa.
Se cayó el velo en tres frases.
Ahí estas ego maldito,
te imponés subrepticiamente y te abrazo para enojarme.
domingo
Noche frente al mar
La luz chocaba de frente, plateando su ennochecido mar.
Líneas blancas de espuma fría que simulaban libertad.
Cinco cuerpos escuchando suplicios en silencio
¿Dónde ser?
¿Cuándo la vida se volvió una imparable cadena de permisos?
Sobran edades en algunos, falta cuerpo en otros, hieren pasados en cada uno.
Al día siguiente hay que enfrentarse con el límite corrido y el peso del permiso se suma a la espalda componiendo un retrato fauvista.
¿Exagerado, innecesario?
Clara la negativa como respuesta.
Se necesita mucho tóxico cuando la desnudez del alma camina a diario, cuando el reflejo de los ojos entiende demasiado.
Líneas blancas de espuma fría que simulaban libertad.
Cinco cuerpos escuchando suplicios en silencio
¿Dónde ser?
¿Cuándo la vida se volvió una imparable cadena de permisos?
Sobran edades en algunos, falta cuerpo en otros, hieren pasados en cada uno.
Al día siguiente hay que enfrentarse con el límite corrido y el peso del permiso se suma a la espalda componiendo un retrato fauvista.
¿Exagerado, innecesario?
Clara la negativa como respuesta.
Se necesita mucho tóxico cuando la desnudez del alma camina a diario, cuando el reflejo de los ojos entiende demasiado.
sábado
...te imagino preso en una rutina
mientras tu cabeza, llena de pensamientos subalternos, desordenados,
va dando tumbos entre las paredes del cráneo, saltando, lastimándote
y vos, ahí, mas temeroso que temerario, intentas aplacarlas
pero aparecen fugas, pequeños momentos donde se expresan y el cansancio que ya estaba por implosionar baja su intensidad.
y así te salvas, no sirve...
mientras tu cabeza, llena de pensamientos subalternos, desordenados,
va dando tumbos entre las paredes del cráneo, saltando, lastimándote
y vos, ahí, mas temeroso que temerario, intentas aplacarlas
pero aparecen fugas, pequeños momentos donde se expresan y el cansancio que ya estaba por implosionar baja su intensidad.
y así te salvas, no sirve...
miércoles
Tan presente que duele"
"El martes me mira con sorna
No existe domingo si no espero verte mirando el resumen de los goles, si no comentamos las horas de noticias seguidas.
Si no discuto con vos, entre helado y besos maltrechos, un discurso vacío.
El martes me mira con sorna, está pasando este lunes después de las elecciones, una más sin la adrenalina de estar a tu lado.
sábado
Reacia
Estará en
soledad cuando el oscuro miedo le cubra los tobillos aquietando su andar.
Legado de
una lucha agotadora.
Aún escucho
su sollozo preguntándose las razones de su reacio accionar.
Para qué le
ha servido ser orgullo, ser pasión, ser necedad y soberbia. Para qué ser honestidad
y despojo, para qué ser emprendimiento y huella.
El descorazonado momento del adiós
La distancia...desconocerse con quien al mirarse eran palabra transparente.
Hitos en la vida demuestran que ya no estas y nada podrá hacerse con ello.
Terminamos siendo papeles y firmas. Miradas en busca de una razón para el descorazonado momento del adiós.
Hitos en la vida demuestran que ya no estas y nada podrá hacerse con ello.
Terminamos siendo papeles y firmas. Miradas en busca de una razón para el descorazonado momento del adiós.
martes
Simples sonrisas
Tenes los
dientes desparejos y la voz andariega.
Timidez
ante mi desafuero
Con una
sonrisa niña, de esas que me encandilan, detenés mi inquietud en una mirada
profunda y curiosa.
Se avivan
mis deseos de respirar en tus pestañas, sentir que cambia tu sigilo con mi
proximidad.
Tengo ganas
de escucharte debajo de la vidriera, entre tibiezas de mate o entre copas
caídas invitadas a las risas.
lunes
Nadie nunca nada
Nunca nadie tendrá tu mirada, es sólo tuya.
Esa sonrisa sólo se soporta en las angulosidades de tu cara.
El barrio sólo sera tu barrio, la vereda sólo así la caminas vos.
Nunca nadie me mirará tan profundo como para herirme, no dejare ya que lo hagan.
Nadie me desconocerá tanto como vos me conoces, ni me estimará como vos.
A nadie podre admirar tanto como para exigirle así.
Solo tu cuerpo me ha generado estas huellas, estos desconciertos.
Nadie creará en mí conciencias como las que creaste, nadie vigilará tus traspiés como yo lo hice.
Nadie tendrá la presencia que tenes ni generará esa sonrisa que aparece cuando te veo.
A nadie necesito tanto alejar como a vos, nadie ya me aleja tanto de mi.
Nadie tendrá tu nombre ni dirá el mío en ese tono.
Ya nadie compartirá conmigo las historias, nadie les podrá nunca poner Güemes y Tania a sus perros, ni nadie me obligará a abandonarlos.
Quién tendrá ese olor? Nadie.
Nadie podrá cautivarme como vos lo hiciste.
De nadie necesitaré librarme, a nadie temeré acercarme, respirar...
Esa sonrisa sólo se soporta en las angulosidades de tu cara.
El barrio sólo sera tu barrio, la vereda sólo así la caminas vos.
Nunca nadie me mirará tan profundo como para herirme, no dejare ya que lo hagan.
Nadie me desconocerá tanto como vos me conoces, ni me estimará como vos.
A nadie podre admirar tanto como para exigirle así.
Solo tu cuerpo me ha generado estas huellas, estos desconciertos.
Nadie creará en mí conciencias como las que creaste, nadie vigilará tus traspiés como yo lo hice.
Nadie tendrá la presencia que tenes ni generará esa sonrisa que aparece cuando te veo.
A nadie necesito tanto alejar como a vos, nadie ya me aleja tanto de mi.
Nadie tendrá tu nombre ni dirá el mío en ese tono.
Ya nadie compartirá conmigo las historias, nadie les podrá nunca poner Güemes y Tania a sus perros, ni nadie me obligará a abandonarlos.
Quién tendrá ese olor? Nadie.
Nadie podrá cautivarme como vos lo hiciste.
De nadie necesitaré librarme, a nadie temeré acercarme, respirar...
miércoles
Los No-Solos
Podría decir que
casi todo está pensado, hecho y comercializado para los no-solos. Que son
no-solos porque en su diversidad los reúne esa simple característica que los
aleja de la temida y deseada, sorda y callada soledad. Cuántas cosas no me
permito hacer por esta amiga fiel que hace un par de rutas me acompaña. En la
ciudad perdura la imaginación que me esconde. Pienso que puedo algunas verdades
enmascarar, es la ciudad que permite estar sin ser. Paso sola porque voy a un
lugar destinado a la reunión, Almuerzo sola porque intercalo entre juego y
deber mis tiempos de necesidad. Pero sobre todo, camino sola porque elijo ese
momento con mi amiga soledad.
Sin embargo, hoy me quedo con hambre y no es porque me esté
impedido llenar mi cuerpo de porquerías sino porque aunque quiero disfrutar de
un rico y placentero momento me quedo con la marca de no pertenecer al grupo de
los no-solos y el que no pertenece, como ya sabemos, lleva consigo la marca que
lo nombra. La mirada ajena me enmarca en un sitio donde no es posible respirar.
Muchas veces he cenado sola en público pero hoy, en este lugar, no puedo. Por
qué será que cuando más conozco el espacio menos puedo soportar la marca. Estoy
sola y no logro sentarme en una mesa y pedir algo para comer. El lugar de los
no-solos me ha limitado las ganas.
Te agradezco por musa
Me debes un regalo para mi pared
Me debes una ilusión pasada renovada en su ambición
por temor a no cumplir con anhelos que ya no me eran propios.
Te debo amor, ese que se da sin condiciones.
Te debo tantas cosas.
Te debo ese sueño.
Me debes caricias al alma, cuidados, más allá de la pareja
Más acá de las personas.
Me debes libertad y amor sin posesión.
Te debo protagonismo en mi vida diezmada por otro.
Te regalo tu creencia de que te amaba, a vos te sirve.
Te regalo esa mirada que tanto te gustaba, la mirada sólo le pertenece a quien la mira.
Entonces ya era sólo tuya.
Te agradezco el entrevero corporal de nuestras noches, lo disfruté.
Aunque no te extraño, te agradezco por musa
Me debes una ilusión pasada renovada en su ambición
por temor a no cumplir con anhelos que ya no me eran propios.
Te debo amor, ese que se da sin condiciones.
Te debo tantas cosas.
Te debo ese sueño.
Me debes caricias al alma, cuidados, más allá de la pareja
Más acá de las personas.
Me debes libertad y amor sin posesión.
Te debo protagonismo en mi vida diezmada por otro.
Te regalo tu creencia de que te amaba, a vos te sirve.
Te regalo esa mirada que tanto te gustaba, la mirada sólo le pertenece a quien la mira.
Entonces ya era sólo tuya.
Te agradezco el entrevero corporal de nuestras noches, lo disfruté.
Aunque no te extraño, te agradezco por musa
Corrí
Corrí, me
escapé de tu mundo.
Sin
embargo, dicen que “el infierno es encantador” y nunca uno lo deja totalmente.
Carga con
esa mezcla de placer y muerte hasta el fin de los días.
Cursilerías,
siempre pensé que eran simples palabras rimbombantes que provocan miedos para
no entrar en el juego, en un principio.
Para que
evites salir, después.
Pero de
esas adicciones no se sale, de ninguna, no?
Estoy tan
abrumada por tu maldito e incomparable nombre.
Podrías
llamarte simple, pero no.
Eso ni tu
nombre lo permite.
He decido a
encolumnarme y execrarte.
Nunca
volveré, pero suena el teléfono y me tiembla el corazón.
El corazón,
conecta mirada y memoria al ver tu nombre en el teléfono y tiembla.
Un adoquín en el cuerpo
Brota la sal en los ojos.
Se siente espeso el aire en la garganta cuando no hay
palabras que encuentren oídos que las reciban.
El sólido silencio cobra deudas cerrando puertas.
Un adoquín en el cuerpo recuerda la falla, la
incompletud.
Un festín para el psicoanálisis mi cuerpo.
Soy el ejemplo de la ansiedad que trae como
consecuencia lo incompleto. Mi madre no sostuvo en su cuerpo por el tiempo
necesario mi cuerpo, o yo me impuse pequeña por independizarme de él sin tener
en cuenta las consecuencias.
No lo sé, ambas cosas seguramente.
Al nacer mi cuerpo no terminó de cerrarse, pero nadie
lo noto.
La fuerza de la pequeña opacaba hasta a los médicos,
por tan poca gestación era enorme pero no lo parecía.
Por mi peso era mínima pero no lo parecía.
Luego la vida siguió.
No quise la teta, la leche nunca me gusto.
La dependencia al cuerpo del otro como alimento físico
y emocional no era lo mío.
¿Ni teta ni leche? Psicoanálisis festejando.
El cuerpo oculto tras la pizpireta y berrinchosa niña
a veces hablaba, zapatillas ortopédicas a los 5, disfunción cardiaca a los 6,
anteojos a los 9, plantillas a los 12.
Pero nada detenía el malón de auto y hétero
exigencias.
¿Auto y hetero? El psicoanálisis saborea.
A los 14 empieza a caerse la casa, desde el exterior
rompen los vidrios de las ventanas, golpean las puertas.
La bailarina no podía caminar, llora su maestra de
danza.
-
"No se ven bailarinas como vos todos los días,
bailas con la mirada, atrapas" y la contenia.
Médicos.
Médicos traumatólogos y kinesiólogos, deportólogos,
cirujanos, chinos, cremas, infiltraciones, operaciones, psiquiatras. Eran como
para juntar cial piezas d domino, ponerlos en filita y hacerlos caer, así
hubieran servido de algo.
Después de 5 años encontré la causa. El nacimiento
anticipado hizo que no se terminara de formar la cadera y mi amor por la danza
hizo que mi cuerpo fuerte lo ocultara hasta la adolescencia.
No sería el único despertar de mi cuerpo acallado.
A los 26, empezó a cantar el corazón en alemán. Nunca
quise aprender idiomas y el guacho canta en alemán.
¡No lo escucho, que se calle!
¡Que aprenda mi idioma!
Cantaba cada vez más fuerte y un día me gritó.
-
Escuchame idiota, estoy herido.
-
No, estas herido simbólicamente no seas histérico y
callate.
-
Estoy herido por tu impaciencia y si, en lo emocional
no me ayudaste nada pero bastante te soporte. Ahora dame bola.
-
No! Callate, ahora necesito que te calles.
-
Ok, te espero pero voy a seguir cantando bajito para
que no te olvides de mí. Mira q necesito que me cuides, no me ignores.
-
Siempre te ignoré y seguís funcionando, no me
amenaces.
Un mes de frío canto fortísimo y otra vez los médicos,
los diagnósticos contradictorios, las decisiones, los frenos. ¿Intervención? ¿Operación?
¿Camilla? ¿Terapia? ¿Silla de ruedas?
Silencio
Ese frío
que recorre el cuerpo al despertar.
El que no
se aplaca con un mate caliente, porque mientras lo preparas se vuelve firme.
Está ahí, luego se esconde.
Al
despertar siguiente, despierta contigo.
Ese frío
recorre la realidad, la soleada soledad queda al descubierto como comedia
siniestra.
Aquí se enfrenta a un
silencio mortífero.
Nadie a
quien saludar siquiera.
Varias
horas pasan desde que el pie izquierdo tocó el suelo, aún la garganta no ha
emitido nada. Sólo ingirió: dentífrico, agua, infusiones, humo, saliva.
Soledad.
Si mordés la débil fugacidad de tu miedo con mi presencia
Cambiar,
qué?
Si soy
aquello que deseé.
Si el sol
despierta por mis ganas, si mordés la débil fugacidad de tu miedo con mi
presencia.
¿Tanto
puedo provocar?
Provocarte.
Locura, eso
es lo que le atribuis a mi estado.
Creo que
más loco es vivir entre nubes espesas por permanecer en un vínculo sin
preguntas.
“Ella se
queda, a mi lado, callada, mientras estoy absorto. Vos no lo soportarías”
No.
Yo te
preguntaría, me interesaría, compartiría.
Pero no hay
qué compartir si se te amontonan de forma inenarrable los miedos con la simple
posibilidad de verme,
al sentir
mi mirada que no se calma con una respuesta esquiva.
Repruebo
toda huida, sé que ese deseo te corroe.
Sé que no
podés hacerme frente, lo que no comprendo es la causa.
¿Por ser
bella en mi belleza no convencional?
¿Por ser
analítica en aquello que pregunta lo que no te querés responder?
Aquí, hoy y
nada más que hoy te daría una tregua, podría a ser sólo mirada perdida en el
mar
Silencio.
Pero no
estás.
No comprendo, pero no estás.
Llueve?
Llueve,
esta vez no está dentro mío solamente.
El afuera
refleja el sentimiento interior.
Refresca el
gris con el agua de a gotas.
El viento
enfurecido recuerda los aires de valentía que pueblan los días en que no hay más remedio que avanzar.
Estoy adentro, por qué no salgo a unir mi
temperamento con la lluvia?
Al menos para escuchar mi voz
No te
espero, pero de alguna casual manera arreglo mi cabello.
Tengo un
optimismo moribundo que alimento en soledad
Qué grande
es esta palabra: soledad.
Hasta su
sonoridad le pesa, ¿tanto puede pesar una desinencia?.
No te
espero, pero de todos modos estoy despierta. No concibo el descanso como
opción.
Nauseabunda
declinación de sabores que desestimo.
¿Qué es una
oportunidad para quien no la espera, no la desea, no la percibe?
La nada, ni
un suspiro, siquiera un escalofrío. Nada.
Y yo que no
te espero, pienso tanto en vos que te invento.
No
quiero que vengas, tan sólo deseo la
posibilidad de escuchar mi voz hablando con otro que no conoce más que al
personaje, ese que también soy.
No sos vos,
es mi voz a la que espero.
Tal vez sea
eso la soledad, el sentir al impaciente deseo de uno mismo siendo para otro
porque el “conmigo” aturde.
Son
demasiados caminos en la perplejidad de la urgencia que se detiene con el
emergente contexto incontenible, inconcebible.
Tan sola,
aun acompañada. Soy sólo mi voz hoy, esa que no escucho.
Concentro
mis fuerzas en ella.
Es verdad.
Por eso te elijo aunque no te espero. Porque no
me importa la compañía de tu ser solo me
interesa tu mirada profunda y gris que renueva mi voz atontándote en historias
que te atraen al escuchar.
Casi sin
prevenirlo, reapareciste en los días que me restan.
Con la
fuerza del que calla, la potencia del silenciado, como un espasmo que de pronto
se presenta, cínico.
Tu recuerdo
se reactualiza, siendo ya no pasado sino temor.
Modos de
enfrentarme al diario con la pesada forma del dolor, sin cesar.
Licencias
que no quiero tomarme, pastillas que me atontan.
Más de lo
usual.
Incluso
conociéndote me sorprendo.
Absurda
huella renga.
La espalda
se llena de aire, el piso me desconoce sin el mismo peso al tambalear ya no me recordaba tan lenta.
Reposo,
descanso impuesto por este maldito dictador que me detiene viejamente.
No es
nuevo, no es más que el mayor miedo que me golpea la puerta.
Tengo que
asumir que en parte te extrañaba, ellos también lo hacían.
Me vuelvo
niña, demanda.
Me vuelvo
tensa, triste.
Incertidumbre.
Los deseos
se pierden sin consuelo por estas calles de la espera.
A quién,
para qué, con qué fines…
Ya no.
Adición y adicción
Cuando el alma decide esconderse, no hay manera de
encontrarse.
Por el mismo hecho del amor, que no avisa ni suspira aires que no le pertenecen.
Ya la luna me ha enseñado que al llenarse me invade la electricidad, el pensar desordenado.
El penar entre preguntas.
Se escabulle la respuesta ante mi deseo de partir.
Ya lo sé, no debo.
Este corazón que no me escucha y lucha incesante con peleas ya perdidas.
Estas ganas de correr en dirección contraria al dolor y estas canas que no aprenden a leer las experiencias.
Otra vez, estoy en la misma piedra. Con el mismo dolor cervical.
En la misma posición expectante.
Una más, me expongo.
Entrego sin pensar consecuencias porque sería hipócrita conmigo misma.
Despojo, ya he escrito esta palabra.
Te miro, te entiendo pero ya no debo acompañarte. Lo se, no debo. Aunque mi piel reclama tu caricia.
Mis huecos tu presencia.
Ya no debo, por amor. A mí.
Ya no debo, si es que te amo, si es que sé lo que eso significa. Ya no debo.
Me entrego a beber sin freno. Allí te entiendo, en el mismo hedor de tu ausencia, en el mismo hedor de tu adicción.
Allí, donde yo también me adiciono a eso, donde yo también peco de cobardía y me conocen los miedos, compromisos caducos, inconclusos, dónde me conoce la imposibilidad.
En ese lugar te espero siempre, para convocarte en una inocente mirada en la que sólo vos y yo sepamos que el “nosotros” es más que vos y yo.
Por el mismo hecho del amor, que no avisa ni suspira aires que no le pertenecen.
Ya la luna me ha enseñado que al llenarse me invade la electricidad, el pensar desordenado.
El penar entre preguntas.
Se escabulle la respuesta ante mi deseo de partir.
Ya lo sé, no debo.
Este corazón que no me escucha y lucha incesante con peleas ya perdidas.
Estas ganas de correr en dirección contraria al dolor y estas canas que no aprenden a leer las experiencias.
Otra vez, estoy en la misma piedra. Con el mismo dolor cervical.
En la misma posición expectante.
Una más, me expongo.
Entrego sin pensar consecuencias porque sería hipócrita conmigo misma.
Despojo, ya he escrito esta palabra.
Te miro, te entiendo pero ya no debo acompañarte. Lo se, no debo. Aunque mi piel reclama tu caricia.
Mis huecos tu presencia.
Ya no debo, por amor. A mí.
Ya no debo, si es que te amo, si es que sé lo que eso significa. Ya no debo.
Me entrego a beber sin freno. Allí te entiendo, en el mismo hedor de tu ausencia, en el mismo hedor de tu adicción.
Allí, donde yo también me adiciono a eso, donde yo también peco de cobardía y me conocen los miedos, compromisos caducos, inconclusos, dónde me conoce la imposibilidad.
En ese lugar te espero siempre, para convocarte en una inocente mirada en la que sólo vos y yo sepamos que el “nosotros” es más que vos y yo.
Las historias no terminan
Las
historias no terminan, se superponen y en
el mejor de los casos se suceden unas a otras.
Esta
historia quisiera un final. Pues no lo tiene.
Papeles,
firmas, desprendimientos. Despedidas, enojos, alejamientos que ignoran.
Intentos de
captar el temblor de un amor, el abrazo que enérgicamente fortalece.
¿Cómo
deshacerse de aquellos momentos?
No me
resigno a pensar que las historias terminan.
Cambian.
Las
personas si, nosotros terminamos de ser unos, pasamos a ser otros.
Desconocidos.
Es un
trueque interno, un mal menor, un crecimiento desesperado, un desengaño, una
apuesta. Un avance, una perfecta reflexión en
el mejor de los casos.
En algunos momentos la disipación nos ata a los
recuerdos porque ya no hay hoy y el presente no acepta resignado al pasado
sumergiéndose en recuerdos que pierden nitidez.
No, las
historias evidentemente no terminan.
Veo,
escucho y siento cómo se las nombra y reactualizan el sentido.
La memoria
se disfraza y uno recuerda sólo lo que en el momento necesita, será tal vez lo
bueno, será parte de lo malo, simplemente ese momento que te decidió.
Tanto
cuesta pensar en finales que ni uno para este escrito me sale.
Sin tapujos
me dispongo a encausar modos ensayando un preludio de palabras que te olvidan.
Es la forma
que tengo de cerrarte la puerta, historia infinita que sólo presenciará días
como anécdota en el mareo cotidiano del mar que me puebla las
palabras.
Lábil como arena
El momento
que divide el desconcierto de la certeza inestable, esa que empuja a seguir
adelante, es tan efímero.
Tanto ésta
noche de otoño que pareciera irreal. Sin embargo, sucede.
Lo siento.
Tan dura la
caída que al acomodarse dos ideas las demás tejen rápidamente redes hacia la
salida.
¿ya te
olvidé? No.
Te recuerdo
en lo bello y en esas incoherencias mutuas. Los disfraces y el mambo grosero al
que intenté con todas mis fuerzas parecer crédula.
Y lo
creíste, me creíste.
La verdad,
al mirar de ojos nuevos pude engañar pero los que conocen mis modos no
sucumbieron ni un instante. Las mismas mañas, decían. Las mismas mentiras.
Una semana
colibrí, nada más.
Una semana
y así fue.
Una semana
para darme cuenta que eras el velador de la mesita de luz, la foto para la
familia.
Fue un
traspié. Esos que suelo tener cuando muestro sólo la mugre de mí. Cuando me
expongo y te pongo como objeto.
Perdón.
Porque no
fui sincera. No fue con vos.
Me animo a
decir que después de aquella oscuridad que me impusiste al insultar mi luz
nunca más volví a vos.
Aquella
semana de ansiedad era conmigo, por mentirme nuevamente.
Por
sujetarme a un estereotipo del que ninguno goza al participar.
No obstante
una foto se me viene a la retina: dos cepillos de dientes entrelazados emulando
una pareja.
Presencia del dolor
Te
reconozco, familiar. Vuelvo a introducirte en mi cabeza, vuelvo a conocerte.
Re-conocerte.
Tengo la
impresión de que necesito sentirte para saber que no puedo.
Instaurar
la falta, diría mi Freud.
No
simbolices literalmente, mi Lacán.
Quien dice
lo que pienso?
Nadie, ni
yo
Desconocida
entera
Fragmentos
de mí que se repelen imantados, pero como los imanes cuando los pones al revés.
Así el
cuerpo se descompone.
Mis imanes
se pelearon y la piel no aguanta su fuerza de separación.
Escaras
Droga
Vivir en el
aire mareada sobre algodones y entre algodones, eso me propone esta droga.
Los ojos
están pesados, pero la pupila se dilata. La luz me molesta.
No paro de
mecerme, pienso que es una conducta estereotipada que vuelve el caos en
previsible, así hacen los que padecen el caos en extremo.
A los que
acompaño
A los que
admiro tal vez…
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