lunes

El lugar de algun@s

Aún sigue sorprendiéndome la gran ingenuidad que tengo, sostengo y perpetúo.
Rapto de locura.
Ingenua soy al esperar encontrarte casualmente en el tren, por una avenida, en cualquier rincón.
No es que esté buscándote.
Sólo quiero estar atenta en determinados lugares… por si te veo.
No es inusual en mí esta expectativa de encuentro, con otros anhelos ha sucedido y siguen existiendo espacios donde me dispongo a encontrarlos.
Esos lugares son construidos en mi mente a partir de datos sueltos que reúno como fuentes informativas en mi rebuscada soledad.
Años, casi una década, teniendo lugares donde espero verlo y ni siquiera sé para qué.
Lugares diferentes.
Personas diferentes.
Sin embargo, la inocencia expectante del encuentro aparece.
Me sonrío al descubrirme alerta cuando paso por aquellas rutas imaginarias.
Me convenzo de que alguno de ellos las transitará, cada uno en la suya.
En el centro, en Flores, en Almagro, en la 48, en Pompeya, demás... Y no es el Barrio, es tal vez una esquina, una callecita, la puerta verde, no se…
Sin embargo, salvo aquella vez, ninguno de los demás apareció jamás en sus rutas.
Tal vez en otras, pero ese no es el tema.
Supongo que la obsesión comenzó porque ese día que lo vi y no estaba atenta, él sí.
Ni lo saludé, despistada como de costumbre, abrumada al descubrirme nuevamente atraída por su imagen que ya desconocía.
¡Vi a los ojos mas lindos! Le dije a mi amiga, mientras me secaba las lágrimas derramadas por otro. Pero ya había desaparecido.
Caminaba entre miles de hormigas, no parecía ser posible que su artística ilusión se encajara en un ropaje tan chato.
Pero era, había negociado para poder continuar. Pintando. Temiendo. Pintando.
Ese círculo vicioso del que le cuesta tanto salir. Todavía no entiendo por qué el temor lo aisla del arte.
Volviendo a las rutas, se suman caminos.
Gente nueva de la cual suponer itinerarios.
No me lo propongo, surge.
La ingenuidad siempre se mezcla con la espera.

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