lunes

Rojos escondites

Corre, veloz por cintas deslizables.
Tiñe con brillos la soledad elegida.
Siempre su luna los transporta al lugar del exceso.
Irrefutables los astros que juegan con los reyes de la selva para que solos deambulen por caminos delirantes.
Certeros sus pasos, profundos.
Tanto quizás que los hunden en escapes.
Vuela por sus dotes, por su mente, por su gracia,
vuela por sustancias.
Su belleza la condena y la veo disminuir su cuerpo
prisionero de encajes
con rojos escondites.
Invitan al personaje quienes desconocen su esencia.
Convocan su compañía sin saber siquiera que la alejan.
Los busca y se escapa.
Allí. Con ellos, no es.
Sonrisa que es carcajada porque la ternura la disloca.
El deseo la aturde, sacia su inclemencia con pretextos.
Demasiados golpes, demasiados gritos.
La cobijo en un abrazo pero no puedo protegerla de las llamas.
Prefiere ser el ruido.
Rebotar entre curtiembres que le endurecen el cuero.
No dejará la puerta abierta nuevamente,
detendrá su recorrido en la fugacidad del latir impetuoso.

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