lunes

Mirando la pantalla

No responde.
Extraña sensación que no resisto.
No responde.
Una vez, hace muchos años, se me aclaró esa palabra. Ser responsable es tener la capacidad de responder.
Si no la tiene, es irresponsable. Irresponsable conmigo.
No me alcanza con admitirlo
De qué me sirve si de todos modos espero ese llamado, ese sonido, la palabra.
El momento entre la pregunta y su consecuente es una puerta de fantasías.
Qué dirá? Si su respuesta condice con mis anhelos, entonces se abre una ruta. Si es contradictoria, otra. Si no es lo uno ni lo otro, mil más.
Es como cuando se lee un libro de elige tu propia aventura.
La diferencia es que ahí el tiempo lo controla el lector.
Lee las alternativas, no conoce las consecuencias pero maneja el tiempo.
Se aventura a las respuestas desafortunadas. Las rutas trazadas por el autor son siempre anticipadas por interrogantes que sirven al momento de la intriga.
El lector elige una opción y ahí aparece inmediatamente la respuesta.
No responde.
Miro el reloj del celular. 23.40hs
Otra vez, 23.45hs, cómo el paso del tiempo puede ser tan pesado en una espera. Miro nuevamente pero no ha pasado ni un minuto.
Me dejo llevar por la música mientras comienzan las abejas a construir su panal.
La luna me compaña un rato, entro a casa y me duermo. Mi cuerpo duerme, mi cabeza sueña.
La miel de las abejas ha empezado a crearse.
Al día siguiente, el cuerpo me reclama descanso pero me levanto y doy el presente en mis responsabilidades.
Ya hace demasiadas horas envié ese mensaje.
Lo releo. Voy a gastar la pantalla.
Releo ahora la secuencia de mensajes anteriores, esos que registran nuestra pequeña historia.
Nada, miles de palabras.
No me ayudan.
Falta claridad.
Ya no importa lo que dice el mensaje, sólo no quiero sostener mi tiempo en esa realidad paralela, entre mis muchas paralelidades, esperando tu respuesta.
Me enojo. Te excuso, que el tiempo, que tal vez no tiene crédito, que no sabe que responder, que mi mensaje era poco interesante.
Doy la vuelta y la responsabilidad recae en mí.
No, otra vez no lo voy a hacer.
No lo haría. Yo te respondería.
Caigo.
Primera herida en esta paralela.  

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