lunes

Mové la ficha

Hoy quiere verlo.
Hoy, termina en “o” lo que muchas veces termina en “a”.
Repasa en mil versos las modalidades de su invitación, ninguna la convence.
Hoy quiere verlo, ni siquiera sabe para qué y eso no la ayuda en sus repliegues sobre sí para dar con el motivo de su llamado.
Quiere verlo y no puede evitar explicarse que no importa que sea lunes, los lunes también se puede ver a la gente.
Las personas no desaparecen los lunes ni se neutralizan los martes. Tal vez los miércoles son más simples.
Si tan sólo fuera miércoles, no cabrían tantas rutas.
Si tan sólo fuera miércoles sería simplemente un par de palabras y solución alcanzada.
Que fácil se le hicieron algunos deseos con esas palabras, que simple la invitación a ese lugar donde nada puede pasar y todo ha pasado. Que lindos miércoles allí.
Hoy quiere verlo, pero se refugia en las excusas.
Hoy quiere verlo, pero la llama a ella. Ella sigue de largo.
Hoy quiere verlo, sólo verlo. Mirar esos ojos, reírse con él. Tocarlo.
Ahora cae en las manos de la histeria y piensa que si llama
piensa que si escribe,
piensa que si piensa, queda evidenciada.
Sólo sabe que quiere verlo y es lunes.
Lunes y larga una puteada. Lunes y limpia la casa.
Lunes y se baña.
Lunes y le manda un mensaje.
Nada la detiene. Ni siquiera su pensamiento revoloteándola como mosca sobre carne sin frío en las carnicerías de su tan amada Bolivia.
Hoy quiere verlo, ya movió la pieza de su ajedrez.
Ahora transita las calles de la espera para ver si él quiere verla. Pero esa es otra historia.
Ella hoy.
Lunes. 

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